El otoño nos rodea. El cambio cromático del bosque nos lo recuerda cada día. El frío se hace sentir. Los castaños y robles se desprenden de sus frutos y las setas decoran el suelo entre helechos marrones, musgos de cuento y gran manto de hojas. Los días de sol radiante y nitidez se mezclan con días humedos de lluvia insistente que tan bien sientan a la tierra.

De los meses de verano ya sólo quedan los recuerdos y mientras contemplo  el espectáculo otoñal entre gotas de agua y lluvia de hojas, a través de las ventanas de una escondida  cabaña encaramada en los árboles de un cierto bosque, me vienen a la memoria los buenos momentos vividos de dulzura estival.

Y  aprovecho este momento de inmersión boscosa para agradecer una vez más, en nombre del equipo Besarte, a  todos los que este verano nos escogísteis, tanto los que vinísteis por primera vez sin saber quienes eramos como los que repetísteis experiencia y pusísteis en nuestras manos vuestro estimado tiempo libre, confiando en nuestro entorno y en nuestras maneras de hacer, para dejaros cuidar, relajaros, cansaros y alejaros todo lo posible del trepidante ritmo  cotidiano que el mundo europeo lleva consigo.

Como siempre vinísteis de cerca y de lejos. Buen producto nacional tanto de Galicia como del Pais Vasco, de Barcelona, Madrid, Valencia, Sevilla, León, Tenerife…y una buena representación del extranjero como de Alemania, Francia, Inglaterra, Palestina, Italia, Eslovenia, Bélgica..

Aquí no hay fronteras, ni cierres de alambre, aquí hay árboles, hay oxígeno, hay ganas de cuidarse, de trabajar con una sonrisa, de contemplar arte, de intercambiar ideas, anécdotas, de aprender  sencillez, de disfrutar de lo que nos rodea, de beber una botella de sidra alrededor de un fuego, esperando  que la luna llena nos ilumine el camino de vuelta…

Los nervios que inexorablemente sentimos cada vez que empieza un nuevo retiro, se volatizan rápido en cuanto las caras de los nuevos participantes con gestos a veces tímidos, a veces despistados,  se vuelven pronto relajados y nos muestran las muchas  ganas de dejarse llevar… y  rápidamente nosotros nos vamos con ellos, tal y como somos, con la naturalidad que inexorablemente se aprende al vivir  día a día acorde con el aire que sopla…

Podemos parecernos o ser completamente distintos, llevar vidas dispares con objetivos diferentes pero durante estas semanas de retiro y convivencia las ganas de sentir y hacer marcan la misma direccion, es decir,  simplemente  respirar!!

Las jornadas pasan rápido entre chaturangas, excursiones, experiencias, improvistos, charlas, arte, masajes, encuentros e intercambios culturales… Cada uno de nosotros aprende algo nuevo cada dia, sea comportamiento, actitud, saber cuidarse, vocabulario nuevo de idiomas diferentes, disciplina para mente y cuerpo…

Aprendemos a relativizar, a positivar, a solventar lo mejor posible los vuelcos de 180° que a veces la vida da.

Porque un día tienes pero basta con una sola hora  para que literalmente  se lo lleve todo el viento.

Y si menciono esto es para volver a agradecer a la gente que se preocupó y nos rodeó esa primera semana de septiembre, en la que mientras que aquí en Asturias disfrutabamos de un plácido retiro, un huracán llamado Irma  arrasaba sin contemplaciones varias islas de aguas caribeñas, entre ellas  St Matin, nuestro otro hogar, conocida como «The Friendly Island, situada al norte de las Antillas y a la que tan fuertes vínculos nos unen,  llevándose con su tremendo viento de más de 350km hora sostenido, todo lo que encontró a su paso, como vidas, árboles,  muchas casas, muchos barcos, muchos sueños…

Pasamos días sumidos en una  incertidumbre total, buscando noticias sin encontrar, con impotencia, con miedo por los nuestros, sufrirendo con ellos y por ellos,  pero gracias a los participantes que en esos momentos nos acompañaban, conseguimos dejar de pensar  a ratos en tanto desastre, siguiendo adelante, concentrados lo más posible en  nuestro trabajo, mezclando  fatalismo y  desenfado, viviendo más que nunca el presente por no decir el instante…

En fin, sigo mirando por las ventanas y el ocre otoñal hace que en mi mente se desvanezca poco a poco el recuerdo del verano, instalándose de nuevo ese presente inmediato. Es hora de bajar de la cabaña y continuar con las tareas pendientes. Ahora toca darle vida a la escultura en el taller, seguir recogiendo frutos del bosque, apilar su leña, cuidar sus árboles, limpiar sus caminos,  laborar  la tierra y por supuesto, seguir trabajando y pensando con gusto en el nuevo programa de actividades  para el nuevo año que ya  está casi llamando a la puerta.

Desde el centro del bosque todos nosotros os deseamos buen presente!!