Ayer, 3 de enero de este nuevo año 2016, el hombre del tiempo no se confundió. LLovio. Y menos mal. Asturias lo necesitaba; para apagar sus fuegos; para poner una pizca de nieve en sus montañas; para alimentar sus rios; Cierto que quizás no el mejor día para visitar un tal bosque escondido en la Sierra del Sueve, en donde nunca estuviste y que para llegar hasta él, tienes que coger el coche, atravesar pueblos y adentrarte en lo salvaje… pero nada de esto desanimo a una banda de yoguis, en donde -ojo al dato- los hombres ganaban en mayoria, a venir a pasar un día de inspira, estira, expira, entre gotas de lluvia, un couscous, árboles desnudos zarandeándose al viento y esculturas escondidas mimetizadas con las ramas.
Katerina Tsiplacis llevo la clase, entre principiantes y avanzados, con buen humor, mezclando inglés y espanol.
Un par de horitas de yoga antes de comer, una buena sobremesa, un paseo con paragüas para facilitar la digestión, un intercambio de direcciones, de impresiones, de puntos de vista…una visita al taller de escultura…. y por la tarde otra vez de vuelta a la sala de yoga, para terminar la jornada «en douceur» a la luz de las velas, envueltos ya en la oscuridad de esta noche tan astur, que sin darnos cuenta se nos echo agradablemente encima.
En vista de que hay gente que no le teme a las inclemencias e incluso que saben disfrutar de ellas, repetiremos experiencia en breve.bienvenidos seáis..!!!